Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Significa que a pesar de estar en una situación difícil permanezcamos en paz con nosotros mismos, con lo que somos y lo que queremos ser con nuestro proyecto de vida. Para vivir en paz con los demás debemos cultivar un arte que se cultiva poco: comprender a cada uno según su individualidad. Desde ese punto el mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de la persona. Hay muchos tipos de violencia: Infantil, mujer, acoso escolar, acoso laboral... y por supuesto terrorismo. Todos estos tipos de violencia nacen de sentimientos como: magnificación, inseguridad, falta de autoestima, insatisfacción vital, que en momentos determinados llevan a un individuo a legitimar la violencia. Un proceso de paz se asemeja a un proceso de educación, reeducación es extraer del individuo lo mejor de si mismo. Es trabajo lento, sin resultados inmediatos, que asienta su eficacia en el día a día y en la adquisición de conocimientos y habilidades. Hay que actuar a dos niveles: primero social, procesos formativos y de capacitación, para empatía, escucha. Fomentar y crear herramientas para una comprensión entre nosotros mismos y de los demás. Intervenir a nivel político, construcción de un marco permanente de unidad política. Estrategia conjunta y compartida basada en valores y derechos, todos compartimos, vida y libertad y paz. Motivar y promocionar espacios de participación ciudadana.