Por desgracia aún queda una fracción de ciudadanía que no acaba de dar el paso de rechazar estas acciones por su propia naturaleza. Todavía ven la mal llamada lucha armada (terrorismo) como vía de consecución de las verdades nacionales o sociales e incluso ven la lucha armada con un halo de romanticismo que en nuestros tiempos es, cuando menos, arcaico. También es un gran lastre la capitalización que se hace de estos hechos por cuantos gestores políticos, buscando rentabilidad partidista. Es fundamental separar normalización política de violencia y terrorismo. Yo creo realmente que un abandono definitivo de las armas cambiará radicalmente la dinámica política, en lo referente a ilegalizaciones, presos etc. ETA está en contra del derecho de autodeterminación. Como principal oportunidad veo el cada vez mayor consenso en el rechazo a las vías armadas o violentas en la búsqueda de objetivos políticos. Durante tiempo hemos justificado o hemos callado ante estas acciones en pro de una supuesta persecución de construcción nacional o incluso en nombre, a veces, de una justicia social, sin considerar que estas acciones son, en si mismas, la mayor de las injusticias. Actualmente la inmensa mayoría de nuestra ciudadanía rechaza de plano tales actos, independientemente del fin que digan perseguir.